Tenemos que retroceder en el tiempo, era el año 2010-2011 por aquella época yo estudiaba un máster sobre diseño y programación de videojuegos que trataba de compaginar con mi trabajo de consultor de banca (¡¡como ha cambiado todo!!). Yo siempre he sido un gran entusiasta de los videojuegos y mi sueño era trabajar haciendo juegos (¡ahora lo hago!).
Un día tocaba una de esas clases que a mí nunca me gustaban… una charla sobre algo que no eran videojuegos… La cuestión es que yo tendría a la mañana siguiente una reunión importante con uno de los socios de la empresa para la que trabaja. La reunión pretendía mostrar a los directivos nuevas ideas para invertir y desarrollar negocio y yo pensaba hablarle de videojuegos y la gran masa económica que mueven. Pero… ¡¡la charla lo cambió todo!! ¿Qué clase de charla viví aquel día? Una donde descubrí a la Gamificación. Estaba allí, entre todos nosotros, con el ya clásico vídeo del piano en las escaleras del metro y me dejó marcado para siempre.
Lo cierto es que todo aquello abría un mundo de posibilidades, que no podían ser desaprovechadas. Llegué a casa, tarde como siempre tras las clases, pero no pude evitarlo… Ese concepto era diferente y era necesario tratarlo, así que cambié todo mi guión y presentación, llegué a la reunión y le conté al socio no solo la cantidad de dinero que movían los videojuegos, sino que había algo más importante, más interesante, una posibilidad de aplicar los videojuegos a cualquier industria. Y por supuesto vimos el vídeo y cómo la gente hace cosas impensables si son divertidas.
Para mi sorpresa, entendió por completo mi ilusión por el concepto. Yo estaba preparado para luchar por mi idea, pero desde luego no esperaba que a alguien “con la cabeza en su sitio” como él, le apasionara el tema tanto como a mí. Todo estaba cambiado tan rápido que no podía ser que no hubiera YA unas escaleras divertidas en la parada de metro de Sol… Aquella reunión fue la que hizo que en pocos días, mi empresa me trasladase del departamento de Banca al de Educación y Entretenimiento; mi primer paso hacia el trabajo soñado en la industria de los videojuegos.
Lo más sorprendente sin embargo, no fue como me caló a mí la Gamificación, sino que la gente que había estado en aquella misma sala no sintió ningún tipo de aprecio por el concepto. Me resultó extraño, ¡eran todos “gamers”! Pero tal vez ellos no vivieron el vídeo como yo lo viví, una experiencia única y maravillosa.
En mi cabeza todo ha ido teniendo cada vez más sentido, la Gamificación encaja en todos lados, porque a todos nos gusta jugar. Siempre encontrarás a la persona gruñona que te dirá “pues yo no juego!!”. Ante esto recomiendo primero contar hasta tres y respirar, segundo darse cuenta de que no todas las personas aceptan “un juego” si no ven una recompensa, y por último observarle mientras ve un programa de la tele… tipo el precio justo o la ruleta de la fortuna, con sus palabras y acertijos. Entonces te darás cuenta de que está participando y trata de descubrir las palabras, como cualquier otro. Así que, ahora sí, dile “¡¡eh, chaval, que tú si juegas!!”.
Para mí una de las partes más intrigantes sigue siendo ¿cómo todavía dejamos que los más pequeños se aburran tanto en clase? Teniendo herramientas como la Gamificación e incluso pudiendo tener juegos desarrollados en base a los temas del contenido curricular no tenía ni tiene ningún sentido machacar a los chicos.
Ciertamente la Gamificación es un mundo maravilloso, que debemos saber controlar para luego ser capaces de explotar y explorar todas sus posibilidades. Han pasado ya varios años desde aquel día y todavía no hemos sido capaces de encontrar el camino correcto para la Gamificación. Pero ese momento llegará y podremos disfrutar de muchas cosas que antes nos resultaban tediosas. Hasta que ese momento llegue, intentaremos disfrutar del camino.