Serious Games, Gamificación, TICs en las aulas… hoy en día la necesidad de reformar la enseñanza persigue a todo profesor. Las estadísticas están claras, la educación actual no funciona, es más, en muchos casos desmotiva y consigue alejar a los estudiantes de la cultura. El problema está claro, pero ¿cómo empezar el cambio? Antes de gastar dinero en nuevas tecnologías o emplear horas de trabajo en planificar nuevas dinámicas de estudio, es necesario replantearnos cómo veamos el aula. Te presentamos los 5 pasos previos que necesitarás comprender antes de entrar en el camino de la educación del futuro.
La profesora María Acaso, en la charla que ofreció en la Biblioteca Nacional de Madrid el pasado 13 de Diciembre, se refirió a estas claves como las 5 micro-revoluciones necesarias en la educación. 5 cambios de mentalidad y posicionamiento en las aulas, que supondrían un primer paso para iniciar el cambio. En palabras de María “Las energías deben ponerse no solo en lo que transmitimos sino en la arquitectura de su transmisión”.
1. Acabar con la farsa de la educación
No nos engañemos, lo que pasa cada día en la escuela es que el alumno hace que aprende y el profesor hace que enseña. Es un baile aprendido donde cada uno sabe lo que tiene que hacer y decir para cumplir con la norma social… pero es un engaño.
El profesor pasa horas recitando sin parar lo que el programa dice, con prisa, porque no hay tiempo suficiente para cubrirlo todo. El alumno, sabe que en clase no tendrá tiempo de analizar lo que escucha, así que escribe sin parar todo lo que recita el profesor. El fin de semana ya intentará descifrar con calma de qué trataba la lección de hoy.
Esta es la farsa de la educación, y hasta que no se rompa y aceptemos que nos engañamos día a día, será imposible evolucionar.
2. Asumir las limitaciones
Es imposible que todos los alumnos de clase aprendan todo lo que está previsto en el plan de estudios. Algunos de ellos retendrán durante algunas semanas una ilusión de conocimiento, pero como todos sabemos por experiencia, más del 90% se olvidará en poco tiempo.
Sin embargo, hay una alta probabilidad de que los alumnos aprendan en las clases algo con lo que el profesor no contaba y que nunca sabrá que aprendieron gracias a él. Ese conocimiento es igualmente válido. El profesor tiene que asumir que no todos los alumnos aprenderán igual, adaptarse a ello y disfrutarlo.
3. Romper con la pirámide de poder
En el aula tradicional, el profesor asume el poder y no deja intervenir a los alumnos. El conocimiento que poseen previamente los estudiantes no tiene interés, solo el profesor tiene derecho a hablar. No es suficiente con afirmar que somos democráticos, tenemos que serlo realmente. La clase es una comunidad de aprendizaje y debería desarrollarse como tal. El conocimiento de los estudiantes a veces es superior al del profesor o en ocasiones, complementario. La comunidad puede enriquecerse al dejar intervenir a todas las partes implicadas en el proceso educativo. “El aprendizaje es tridimensional profesor-estudiante, estudiante-profesor y estudiante-estudiante”, afirma María Acaso.
Si todo profesor afirma que a lo largo de los años de docencia ha aprendido mucho de sus alumnos ¿por qué no los escucha más?
4. Introducir el movimiento en el aula
¿Has pasado alguna vez 8 horas completamente quieto en tu silla mientras trabajas? ¿Has tenido que pedir permiso a tu jefe para ir al servicio? ¿O te has visto obligado a permanecer callado durante toda tu jornada laboral? ¿Las reuniones en tu oficina duran varias horas y solo habla el jefe? Esto es lo que pedimos a los niños cada día de clase. ¿Cómo es posible que se concentren sentados durante 8 horas en pupitres incómodos? ¿Y cómo es posible crear un clima de aprendizaje si no pueden ir al servicio cuando lo necesitan?
Según la profesora María Acaso: “Consideramos que lo único que cuenta durante el acto educativo es la cabeza y el resto del cuerpo es un apéndice. El estudiante tiene miedo incluso de pedir permiso para ir al baño durante una clase. Pero en realidad, en nuestro proceso de pensamiento usamos el cuerpo entero. Hay que cambiar la arquitectura y el mobiliario del aula para realmente adecuarse a las necesidades del alumno”. La artista Rosan Bosch, ha dedicado numerosos proyectos en Suecia y Dinamarca al cambio en el mobiliario tradicional en la escuela. “Aunque estos ambientes benefician la educación”, afirma María, “aún existen muchos impedimentos institucionales para cambiar el aspecto de las aulas”.
5. Añadir creatividad en los sistemas de evaluación
Actualmente la educación no se centra en que el alumno aprenda, sino en que el alumno apruebe el examen. Es por tanto evidente que es necesario repensar los sistemas de evaluación. Algunos pasos hacia esta micro-revolución se han dado con la importancia de la evaluación continua, donde el día a día del alumno influye en su calificación final. Sin embargo, no es suficiente. La evaluación final sigue teniendo el mayor peso en la nota del alumno y la evaluación continua generalmente premia cosas como “si el alumno se porta bien en clase” o “si el alumno trajo hechos los deberes de casa”.
La profesora Acaso propone herramientas como la realización de un Cuaderno de Bitácora donde el alumno recoge paso a paso sus dificultades o descubrimientos a lo largo del curso académico. Otra opción es el uso de la evaluación creativa, donde no es necesario usar un número del 1 al 10 para etiquetar al alumno, sino que pueden emplearse colores o imágenes con un impacto menos negativo.
“La brecha no está en los contenidos” afirma María Acaso, “sino en la metodología. Hay que inventar nuevas técnicas. Yo he pasado de ser profesora a convertirme en arquitecta de experiencias y cocinera, alguien que combina ingredientes para obtener un resultado excelente. Soy además una maga del clima, porque es el profesor quien puede cambiar a su antojo el ambiente de la clase”.
Sin la interiorización por parte de los profesores de estas 5 micro-revoluciones, no será posible el cambio. La gamificación en las aulas no se trata de otro libro de texto que usar cuando jubilemos el anterior. Es mucho más, es un cambio desde la base, un cambio no solo de herramientas, sino de cómo el profesor enfrenta su clase cada día.